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Capital de Riesgos Corporativo: ¿una provocación y una oportunidad para la economía naranja?

Alejandra Luzardo

Líder en Innovación y Creatividad,

Banco Interamericano de Desarrollo


Alejandra Luzardo es líder en innovación y creatividad del Grupo BID, donde lidera una gran iniciativa que abarca las industrias culturales y creativas, las iniciativas empresariales y las nuevas tecnologías. También coordina la investigación, el diseño, la ejecución y la evaluación de proyectos en los sectores de la economía naranja. Es cofundadora de Demand Solutions, una plataforma para innovadores globales enfocada en inspirar y conectar la innovación, la creatividad y la iniciativa empresarial. Sus publicaciones recientes han sido best sellers de diferentes aspectos de la economía naranja. Es miembro fundadora de Prodiseño, Escuela de Comunicación y Diseño Visual en Caracas, Venezuela, y tiene una Maestría en Comunicación y Producción Cinematográfica de la American University, Washington DC. Además, ha sido reconocida por su participación en Singularity University y la Universidad de Harvard.




Los dinámicos sectores culturales y creativos de América Latina –reconocidos como parte de la “economía naranja”– son un recurso global desaprovechado que necesita inversión. El modelo de capital de riesgo corporativo o “corporate capital venture” podría ser una solución.

El capital de riesgo corporativo consiste en la inversión directa de fondos de una compañía en nuevas empresas y representa una oportunidad en los sectores creativos. Este tipo de inversión se ha centrado típicamente en sectores como Internet, nuevas tecnologías, salud y telecomunicaciones. Sin embargo, algunos sectores de la economía naranja, como el sector audiovisual, se han visto beneficiados por este modelo. Este es el caso de ViacomCBS, uno de los grandes productores mundiales de contenido de entretenimiento, que durante más de 20 años, ha sido capaz de innovar con la adquisición y coproducción de una infinidad de empresas. A pesar de ser un ejemplo atípico en el mundo del entretenimiento, hoy en día podría ser una gran oportunidad para la región.

En el reporte del Banco Interamericano de Desarrollo “Emprender un futuro naranja”, luego de analizar más de 300 empresas creativas latinoamericanas, rectificamos que el financiamiento era uno de los principales obstáculos para alcanzar el crecimiento de las empresas, dado que los inversores con frecuencia desconocen el impacto económico y social de la sectores creativos. Por su parte, los emprendedores creativos a menudo no han desarrollado sus habilidades comerciales, y son incapaces de presentar los beneficios de sus proyectos para mercados globales, en particular, los de valor intangible, como los videojuegos, el cine y la animación. Otro obstáculo significativo, particularmente durante la pandemia de la COVID-19, es la liquidez vital para que muchas startups sobrevivan y sigan creciendo a largo plazo. La búsqueda de nuevos clientes, la adaptación a nuevas tecnologías y asociarse con las empresas que dominan la distribución de los mercados globales será clave para que las empresas más pequeñas sobrevivan y salgan adelante. La buena noticia es que las grandes compañías también tendrán que innovar, ingresar a nuevos mercados y reconectar sus productos y servicios con consumidores más exigentes y expertos. Es aquí donde el modelo de capital de riesgo corporativo puede beneficiar tanto a pequeñas como a grandes empresas.

Durante los confinamientos de la pandemia, consumimos una mayor cantidad de contenidos digitales. La predicción de Bill Gates en 1996 de que “el contenido es el rey” nunca ha parecido más profética.

La creciente demanda actual de contenido ha creado una oportunidad para repensar la manera en que los productores independientes o las pequeñas empresas colaboran entre sí. Mientras tanto, los grandes conglomerados de contenido se dedican a encontrar nuevos creadores de historias únicas, talentos que abundan en América Latina. Un ejemplo notable es cómo Netflix transformó su modelo de solo distribuidora, y se convirtió en coproductora de contenido local original para atraer y retener suscriptores e ingresar a nuevos mercados. Netflix aprendió rápidamente que combinar su rol como curador de producciones existentes con la inversión para coproducir contenido es un modelo que funciona.

Trabajar con grandes empresas ha sido clave para productores emergentes como Matt y Ross Duffer, los hermanos norteamericanos que son los productores ejecutivos de Stranger Things. Netflix decidió apostar por ellos cuando no tenían experiencia como showrunners. Otro ejemplo es La Casa de Papel, una serie en español que duró dos temporadas en la televisión nacional, pero que, después de ser adquirida por Netflix, atrajo a la mayor audiencia global de todas las series de habla no inglesa.

El Dr. Martin Haemmig, especializado durante más de una década como investigador internacional de innovación y comercialización, enfatizó, en el 2019, en ISME Mumbai, la importancia de la innovación colaborativa entre las startups y las corporaciones. Haemmig describe el impacto que este tipo de colaboración ha tenido en mercados como Asia, donde las entradas y salidas de capital internacional han sido críticas para transformar a la región en líder de innovación global. Amplificar el modelo de capital de riesgos corporativo a América Latina tendría importantes beneficios para los sectores creativos: permitiría la coproducción de nuevos proyectos, pondría amplias redes de contactos internacionales al servicio de los talentos creativos, permitiría el apalancamiento de fondos, atraería a nuevos inversores, mejoraría la distribución y aumentaría el potencial de nuevos productos o servicios.

Algunos pilares del modelo capital de riesgos corporativo deberían adaptarse a las necesidades específicas del sector creativo. Uno de esos pilares es la adquisición: en el

caso de la realización cinematográfica, por ejemplo, el activo adquirido sería un porcentaje de los derechos de una película, en lugar de un porcentaje de una empresa emergente o una productora. Otro pilar sumamente relevante es la asignación de regalías a los creadores, ya que los acuerdos actuales con las grandes compañías no siempre brindan las mejores condiciones para los pequeños productores. Uno de los ejemplos más conocidos proviene de la industria de la música, donde las diversas plataformas de streaming han visto aumentar el número de personas que consumen música, sin que esto haya llevado necesariamente a incrementar el pago a los artistas. Si bien se debe trabajar más para equilibrar la necesidad de inversión con acuerdos justos para los creadores, no cabe duda de que el ecosistema necesita más inversores centrados en los sectores cultural y creativo.

Según Daniel Chuba, el reconocido inversionista, productor, director, y escritor de más de 115 películas de Hollywood, uno de los grandes mercados que se perfilan es lo que se conoce como “short form of content” para el sector educativo. El entretenimiento educativo podría ser un importante beneficiario de la realidad post-COVID-19, y una gran oportunidad para que los sectores creativos agreguen valor. Conectar los dos sectores, el del entretenimiento y la educación, será también una oportunidad para llevar el modelo de capital de riesgos corporativo y las inversiones de impacto a los sectores creativos.

América Latina necesita un enfoque estratégico en la coalición del sector público/privado. Dicha coalición permitiría la creación de alianzas con grandes empresas, por lo que el sector creativo podría tener acceso a otros modelos de inversión, tales como el capital de riesgos corporativo, permitiendo a los productores locales ofrecer contenido original de entretenimiento y educación para el mercado global. Los marcos regulatorios que puedan atraer inversión internacional para financiar el talento creativo local serán indispensables en los próximos años, y permitirán la supervivencia y el crecimiento de sectores creativos que, en este momento, no tienen demanda en el mercado. El hecho de que grandes conglomerados de contenido estén abriendo sus puertas en América Latina es una oportunidad que no podemos dejar pasar si queremos maximizar los impactos económicos y sociales de la creatividad.

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